“El 28 de abril se celebra la Jornada Mundial por la Seguridad y la Salud laboral. Una Jornada instituida para destacar la necesidad de la prevención de las enfermedades y los accidentes laborales, un día en el que el mundo del trabajo y sus organizaciones hacen memoria de las víctimas y se demandan unas condiciones laborales que garanticen el derecho a la vida en el trabajo y una vida digna.
En 2010, en la Comunidad Autónoma Vasca 62 personas han fallecido en su lugar de trabajo. En el mundo 2 millones de personas mueren al año, a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo. A ello habría que sumar las enfermedades laborales y secuelas de accidentes en el trabajo.
Detrás de estas cifras hay hombres y mujeres concretos, familias que sufren la pérdida de un ser querido, personas con graves secuelas, su vida ya no sigue siendo la misma.
Ante estas situaciones, es necesario recordar la centralidad de la dignidad de la persona como referente fundamental de toda actividad económica, laboral o social. Es importante desde las instituciones implicadas y desde la sociedad en general no escatimar esfuerzos económicos, profesionales y humanos a la hora de garantizar una mayor atención a las víctimas de accidentes laborales, a quienes padecen sus consecuencias y sus familias.
Se necesita favorecer una organización del trabajo adecuada, invertir en medidas de prevención. Estamos persuadidos de que una inmensa mayoría de los accidentes laborales se podían evitar haciendo cumplir las leyes laborales de seguridad y salud laboral, suprimiendo los excesivos horarios de trabajo, la precariedad, la subcontratación abusiva, la búsqueda del mero beneficio por encima del bien de la persona. Como expresaba recientemente Benedicto XVI recordando el grave problema de la seguridad en el trabajo: “Hay que cumplir todos los esfuerzos para que se detenga la cadena de muertes y accidentes laborales”.
Como comunidad eclesial tenemos que procurar que estas situaciones se conozcan, se asuman compromisos en la defensa y la promoción de la vida en el campo de la seguridad y salud en el trabajo. Igualmente debemos ejercer la caridad cristiana acompañando a las personas y las familias que sufren esta realidad. Para todas ellas nuestro cariño y solidaridad. Pedimos al Dios de la Vida “Que los obreros muertos en el campo de honor del trabajo descansen en su Paz”.
Ante la celebración de esta Jornada unimos nuestra voz a la de aquellas organizaciones e instituciones que reclaman mayor atención sobre este grave problema. Animamos a participar en aquellos actos que en diferentes lugares de nuestra diócesis se realizan con este motivo. Lo hacemos porque estamos convencidos de que aquí está en juego un derecho humano fundamental: la seguridad en las condiciones de trabajo, para que el trabajo esté verdaderamente al servicio de la vida. Como se subraya en nuestra reciente Carta Pastoral “Una economía al servicio de las personas”, necesitamos “…avanzar por caminos de humanidad, caminos que sitúen a la persona en su integridad y a todas las personas por igual, en el centro de nuestra economía y de nuestra sociedad”.
Muestro mi afecto y cercanía a todo el mundo del trabajo, de modo particular a quienes han sido víctimas de accidentes o enfermedades laborales. Que Dios os acompañe y bendiga”.
Bilbao a 4 de abril de 2011
X Mario Iceta
Obispo de Bilbao
No hay comentarios:
Publicar un comentario