Benedicto XVI recibió esta mañana a los participantes en la peregrinación de la diócesis italiana de Terni-Narni-Amelia, con motivo del 30 aniversario de la visita de Juan Pablo II a las fábricas de acero de la ciudad de Terni.
El Papa eligió entre los motivos para recordar a Juan Pablo II el de "su amor por el mundo del trabajo" y pasó después a comentar la difícil situación que atraviesa la diócesis debido a la crisis de la industria metalúrgica que repercute en la vida de miles de personas. "Sé que la Iglesia diocesana hace suyas vuestras preocupaciones -dijo- y siente la responsabilidad de estar a vuestro lado para comunicaros la esperanza del Evangelio y la fuerza para edificar una sociedad más justa y más digna del ser humano. Y lo hace a partir de la fuente, de la Eucaristía".
"De la Eucaristía, efectivamente, en la que Cristo se hace presente en su acto supremo de amor por todos nosotros -prosiguió-, aprendemos a habitar como cristianos en la sociedad, para hacerla más acogedora, solidaria y atenta a las necesidades de todos, particularmente de los más débiles, más rica de amor".
"En esta perspectiva se sitúa también el tema del trabajo que hoy os preocupa, con sus problemas, sobre todo el del paro. Es importante tener siempre presente que el trabajo es uno de los elementos fundamentales de la sociedad. Las condiciones difíciles o precarias del trabajo hacen difíciles y precarias las condiciones de la misma sociedad, de un vivir ordenado según las exigencias del bien común", subrayó el Santo Padre, que no olvidó tocar el tema de la seguridad en el trabajo. "Es necesario -recalcó- llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que la cadena de muertes y accidentes se rompa. ¿Y qué podríamos decir de la precariedad del trabajo, sobre todo del trabajo juvenil? ¡Es un aspecto que crea angustia en tantas familias!".
"El trabajo -explicó el pontífice citando el discurso pronunciado por Juan Pablo II en su visita a las fábricas de acero de Terni- ayuda a acercarse a Dios y a los demás. El mismo Jesús fue un trabajador y pasó buena parte de su vida terrenal en el taller de José. (...) Su trabajo, además, que fue un trabajo físico, ocupó la mayor parte de su vida en esta tierra y así entró en la obra de la redención del ser humano y del mundo".
"Este hecho nos habla ya de la dignidad del trabajo, todavía más, de la dignidad específica del trabajo humano que se inserta en el misterio mismo de la redención. Es importante entenderlo desde una perspectiva cristiana. Sin embargo, a menudo, se considera solo como una fuente de ganancias, si no, incluso, en algunas situaciones en el mundo como medio de explotación y por lo tanto de ofensa a la dignidad de la persona. Quisiera referirme también al problema del trabajo dominical. Desgraciadamente, en nuestras sociedades el ritmo del consumo corre el peligro de robarnos también el sentido de la fiesta y del domingo como día del Señor y de la comunidad".
Benedicto XVI concluyó su discurso reiterando que la Iglesia "sostiene, conforta y alienta todos los esfuerzos encaminados a garantizar un trabajo seguro, digno y estable" y manifestó su cercanía a las familias de la diócesis de Terni- Narni-Amelia.
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