viernes, 28 de enero de 2011

Trabajo, la dignidad de la persona está en juego

Encuesta de Población Activa (EPA)
Cuarto trimestre de 2010

Desempleo y tasa de paro

El número de parados aumenta en 121.900 y se sitúa en 4.696.600.

El incremento del paro es menor que la caída del empleo debido a la bajada de la población activa en este trimestre. En los últimos 12 meses la cifra total de desempleados ha aumentado en 370.100. La tasa de paro sube 54 centésimas respecto del tercer trimestre, hasta el 20,33%.

El incremento del desempleo afecta en mayor medida a los varones (65.100 más) que a las mujeres (56.800). La tasa de paro masculina es del 19,95% y la femenina del 20,79%. Se mantiene así la composición del paro observada desde el año 2008, con relativamente poca distancia entre las tasas masculina y femenina y mayor número de hombres en paro que mujeres.

Por nacionalidad, el aumento del paro afecta en mayor medida a los españoles en este trimestre. Se observan 105.000 parados españoles más frente a 16.900 parados extranjeros más. La tasa de paro de la población extranjera vuelve a superar el 30% y está a casi 12 puntos de la que tienen las personas de nacionalidad española.

Por sectores, el desempleo se reduce en Agricultura (23.200 parados menos), Construcción (22.000 menos) e Industria (13.400). Sin embargo, el número de parados en Servicios sube en 25.000 y el número de parados que perdieron su empleo hace más de un año aumenta en 177.200 personas. Esta última es la categoría que presenta la mayor subida en el último año (572.000 más), a gran distancia de las restantes. El desempleo decrece en 21.700 entre los que buscan su primer empleo.

Hogares

El número de hogares que tienen a todos sus activos en paro experimenta un incremento de 35.600 y se sitúa en 1.328.000.

Paralelamente, el número de hogares en los que todos sus activos están ocupados desciende en 39.400, hasta 9.220.700.

En comparativa interanual la evolución en ambos casos es desfavorable, si bien las cifras suponen un deterioro menos acusado que en el tercer trimestre. Los hogares con todos sus activos en paro crecen en 107.900 y los que tienen todos sus activos ocupados disminuyen en 187.800.

Resultados por provincias
Se puede acceder al resumen de resultados provinciales de la EPA (AQUÍ)

Comunitat Valenciana
1.937.900 Ocupados -  575.900 Parados - 60.23% Activos - 22.91% Parados

Alicante
690.700 Ocupados  - 227.900 Parados - 57.93% Activos - 24.81% Parados

Acceder a la Nota de Prensa del INE (AQUÍ)

LA LABOREM EXERCENS: Trabajo - dignidad de la persona (n. 9)

Continuando todavía en la perspectiva del hombre como sujeto del trabajo, nos conviene tocar, al menos sintéticamente, algunos problemas que definen con mayor aproximación la dignidad del trabajo humano, ya que permiten distinguir más plenamente su específico valor moral. Hay que hacer esto, teniendo siempre presente la vocación bíblica a "dominar la tierra", en la que se ha expresado la voluntad del Creador, para que el trabajo ofreciera al hombre la posibilidad de alcanzar el "dominio" que le es propio en el mundo visible.

La intención fundamental y primordial de Dios respecto del hombre, que Él "creó... a su semejanza, a su imagen", no ha sido revocada ni anulada ni siquiera cuando el hombre, después de haber roto la alianza original con Dios, oyó las palabras: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan". Estas palabras se refieren a la fatiga a veces pesada, que desde entonces acompaña al trabajo humano; pero no cambian el hecho de que éste es el camino por el que el hombre realiza el "dominio", que le es propio sobre el mundo visible "sometiendo" la tierra. Esta fatiga es un hecho universalmente conocido, porque es universalmente experimentado. Lo saben los hombres del trabajo manual, realizado a veces en condiciones excepcionalmente pesadas. Lo saben no sólo los agricultores, que consumen largas jornadas en cultivar la tierra, la cual a veces "produce abrojos y espinas", sino también los mineros en las minas o en las canteras de piedra, los siderúrgicos junto a sus altos hornos, los hombres que trabajan en obras de albañilería y en el sector de la construcción con frecuente peligro de vida o de invalidez. Lo saben a su vez, los hombres vinculados a la mesa de trabajo intelectual; lo saben los científicos; lo saben los hombres sobre quienes pesa la gran responsabilidad de decisiones destinadas a tener una vasta repercusión social. Lo saben los médicos y los enfermeros, que velan día y noche junto a los enfermos. Lo saben las mujeres, que a veces sin un adecuado reconocimiento por parte de la sociedad y de sus mismos familiares, soportan cada día la fatiga y la responsabilidad de la casa y de la educación de los hijos. Lo saben todos los hombres del trabajo y, puesto que es verdad que el trabajo es una vocación universal, lo saben todos los hombres.

No obstante, con toda esta fatiga -y quizás, en un cierto sentido, debido a ella- el trabajo es un bien del hombre. Si este bien comporta el signo de un "bonum arduum", según la terminología de Santo Tomás; esto no quita que, en cuanto tal, sea un bien del hombre. Y es no sólo un bien "útil" o "para disfrutar", sino un bien "digno", es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. Queriendo precisar mejor el significado ético del trabajo, se debe tener presente ante todo esta verdad. El trabajo es un bien del hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido "se hace más hombre".

Si se prescinde de esta consideración no se puede comprender el significado de la virtud de la laboriosidad y más en concreto no se puede comprender por qué la laboriosidad debería ser una virtud: en efecto, la virtud, como actitud moral, es aquello por lo que el hombre llega a ser bueno como hombre. Este hecho no cambia para nada nuestra justa preocupación, a fin de que en el trabajo, mediante el cual la materia es ennoblecida, el hombre mismo no sufra mengua en su propia dignidad. Es sabido además, que es posible usar de diversos modos el trabajo contra el hombre, que se puede castigar al hombre con el sistema de trabajos forzados en los campos de concentración, que se puede hacer del trabajo un medio de opresión del hombre, que, en fin, se puede explotar de diversos modos el trabajo humano, es decir, al hombre del trabajo. Todo esto da testimonio en favor de la obligación moral de unir la laboriosidad como virtud con el orden social del trabajo, que permitirá al hombre "hacerse más hombre" en el trabajo, y no degradarse a causa del trabajo, perjudicando no sólo sus fuerzas físicas (lo cual, al menos hasta un cierto punto, es inevitable), sino, sobre todo, menoscabando su propia dignidad y subjetividad.


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