La celebración del trigésimo aniversario de la publicación de la Encíclica “Laborem exercens” nos ofrece la oportunidad de volver a leer este espléndido documento del Beato Juan Pablo II. Siguiendo la línea de anteriores aportaciones magisteriales –y, sobre todo de la Encíclica “Rerum novarum”, cuyo noventa aniversario conmemoraba-, el Santo Padre ofrecía en 1981 un claro testimonio del compromiso de la Iglesia en la cuestión social, abordando el tema del trabajo como clave de comprensión de la misma. “El trabajo humano –afirma- es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre” (n. 3). La solución de la cuestión social se presenta en la línea de “hacer más humana la vida humana” y, en este contexto, el trabajo humano adquiere una importancia fundamental y decisiva.
Releer y volver a pensar esta Encíclica tiene un sentido especial en nuestros días, marcados por una crisis económica que hace que miles de personas se queden sin empleo. El desempleo –se dice en este escrito- “es en todo caso un mal y que, cuando asume ciertas dimensiones, puede convertirse en una verdadera calamidad social” (n. 18). Su solución requiere la implicación de todos, y especialmente de lo que la Encíclica llama “instancias intermedias”, es decir, de todos los factores que, además del empresario directo, intervienen o condicionan el contrato de trabajo y también las relaciones laborales.
Agradezco el trabajo del Secretariado de Pastoral Obrera, que ha preparado este sencillo folleto con indicaciones precisas para conocer y profundizar en los contenidos de la Encíclica. Invito a los distintos grupos parroquiales a trabajar con él en la mano para formarse en los principios de la doctrina social de la Iglesia.
+ RAFAEL PALMERO RAMOS
Obispo de Orihuela-Alicante